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Tamara Falcó e Íñigo Onieva encaran la última semana antes de la boda

La marquesa ha hablado con la revista ‘¡Hola!’ sobre los últimos preparativos antes de su gran día

A poco más de una semana para una de las grandes bodas del año, Tamara Falcó e Íñigo Onieva han decidido hablar con la revista ‘¡Hola!’ para revelar los detalles más íntimos de la preparación de la ceremonia. El 8 de julio es la fecha marcada desde el inicio de año para dar la bienvenida a esta nueva etapa en sus vidas y el lugar elegido es el palacio de El Rincón, muy cercano a la familia de la novia. A casi 60 kilómetros de Madrid, la ceremonia dará la bienvenida a más de 400 invitados.

Tamara ha dejado claro qué es realmente importante para ella: “Al final, es una etapa que solo vives una vez y, aunque nos estamos esforzando para que todo salga perfecto, lo importante de esta celebración es el Sacramento. Así que, cuando pierdo un poco el norte, me acuerdo de qué es lo que realmente importa. Además, todo es más fácil porque tengo a un gran compañero y a un equipo maravilloso detrás, que está preparándolo todo con el mismo cariño como si fuera su boda”, afirmaba en la revista.

Uno de los problemas más grandes es el propio lugar de celebración, por la gran reforma que es necesario para que pueda acoger un evento de estas envergaduras: “El espacio es maravilloso y muy especial para mí, pero, al final, hace mucho tiempo que no se celebran bodas allí. Además, queremos que la nuestra sea distinta a todas las que ha habi­do, por lo que estamos cuidando hasta el más mínimo detalle para que así sea”.

Entrando más en detalle, ha hablado acerca de todo lo necesario para poner a punto el lugar: “nos están haciendo un mural precioso para que el salón quede bonito. Mi cuarto de novia lo está haciendo, con todo el cariño, una de mis más íntimas amigas, que es decoradora, y su madre, que tiene un gusto excepcional. A esto hay que sumarle la extraordinaria labor que están haciendo los equipos de producción, los floristas y hasta el coro”.

Su madre, Isabel Preysler, también está viviendo los nervios preboda: “Mi madre está emocionada. Hemos tenido la oportunidad de pasar dos semanas en la clínica Buchinger, mano a mano, y hemos viajado juntas a Nueva York para ver mi vestido. Ella, Wes y su equipo se llevaron divinamente desde el principio. Además, le encanta cómo me queda el vestido.”.

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